Conocí a Nilton Maa en una charla vía Zoom que tuvimos en el 2020 junto a Marcelo Cruz y los finalistas del concurso de microrrelatos “La cruda brevedad, literatura en tiempos de colapso”, organizado por La Ninfa Eco, en donde Maa obtuvo el segundo lugar.
Me llamaron la atención su sinceridad, su humildad y su manera correcta y cuidadosa al hablar… Más allá de eso, también la emoción y el amor para referirse a los suyos y a su hogar. Ese recuerdo y la nota pendiente de descifrar -más allá del artista- a la persona y sus escritos, dieron lugar a este encuentro. De esta forma, en “Mientras caen mis hojas”-su primer poemario- convergen la búsqueda incansable de la identidad, la añoranza de los suyos, la sensibilidad y el amor en todas sus manifestaciones.
Maa es un escritor peruano, perteneciente a la comunidad tusán, palabra que se utiliza para designar a los peruanos con ascendencia china. Hijo de padre chino y madre peruana, huérfano desde los ocho años, creció en el seno de una familia humilde y quebrada por la pérdida y la necesidad, donde el trabajo duro era la única manera de subsistir. A los catorce años, tuvo la oportunidad de trabajar en un restaurante chino y, a partir de eso, su destino cambió.
El anhelo por conocer la historia detrás de las palabras hizo que conversaramos más de una hora por teléfono. “Más allá de la muerte, se encuentra el amor y el recuerdo que dejas en aquellos que aún te aman en vida”, concluyo sobre aquel diálogo.
Nidos Todas las madres observan igual, bajo sus alas manchadas de tanto piar, tanto ocultar cuellos endebles estirados hacia el cielo que reclama, que observa los nidos y los miedos, reposados en mi ventana. También temo en la vereda. Mientras camino sobre el horizonte te recuerdo con nostalgia, una vaga luz amarilla colgando de mi pecho se entrega, cargada de fe, a este cuerpo que solo resiste los embistes de tu reproche. Vuelve el pálpito de tu ser pequeño, late en mi palma la semilla de nuestras vidas, nacidas de ti y no de mí, pues contigo empieza todo y todo termina cuando dejas mi nido. Un salto acaricia mi espalda, crujen los hombros de mi cuerpo quejumbroso, replican las rótulas bajo el peso de tu breve alegría. Yo sonrío bajo el manto de tus cabellos, mientras disfruto de tus alas apretando la garganta. Vas aprendiendo a volar. Estando tan cerca, el cielo ya no te grita, no caen las nubes reclamándote mis pecados. Aún vuelves la mirada inquieta con las plumas bañadas de atardecer. Observas con dulzura mi cuerpo, inmóvil frente al insulto del tiempo, sobre la paja tejida con mis mentiras, los días que no estuve para amarte, para ver tu cuerpo caer antes del vuelo, el primer salto que te aleja del nido, vacío como estuve, como estoy. Has de irte algún día a recorrer tus propios temores. Dejarán tus ojos de habitar los míos y entonces volaré sobre montañas, escuchándote en el viento que me empuja hacia la noche de algún mundo lejos de ti. Nilton Maa
“No evoco tu memoria para no verme manchar nuestro apellido”
Nilton maa
¿Ha sido una carga pesada en tu vida el no querer decepcionar tus principios o fueron estos principios los que te salvaron de vivir una historia diferente?
Creo que todas las experiencias individuales, con o sin carencias, tienen un significado especial para cada quien: cada victoria cuenta, independientemente de cuan pequeña o medible pueda ser. En mi caso particular, el tema de la decepción ha sido fuerte y por muchos años me alejó de mi verdadero yo. Ahora me doy cuenta de que nunca decepcioné a mis principios familiares, solo fui víctima de mis propios prejuicios raciales y culturales. Tengo una familia maravillosa que -hoy por hoy- me apoya en todo lo que decido iniciar. Sin embargo, no fue siempre así. Esta vida ha sido un aprendizaje para todos los que me rodean, del mismo modo en que lo fue para mí.
Respecto a esta historia que sigo construyendo, puedo decir que, en muchos casos, cargar con aquello que aprendí en casa ha sido una esperanza y un medio de reflexión, no solo para actuar bien, sino también para después poder disculparme de los errores e intentar corregir lo que estuvo equivocado.
En tus venas corre la sangre de dos culturas, la andina y la china. Ambas tienen características similares en su base cultural. Sin embargo, en tus escritos, la búsqueda de la identidad se vuelve un tema recurrente ¿Te sientes extranjero en tu propio país?
He crecido siendo señalado con el dedo. Me han llegado a gritar “regrésate a tu país”. En ese sentido, los hijos de migrantes, en especial aquellos que resaltan por sus diferencias físicas, solemos crecer con la duda. No soy suficientemente chino para serlo, tampoco suficientemente peruano, es en esta ambigüedad donde recaen las sensibilidades. Por ello, el desarrollo de la identidad es de vital importancia, una identidad a la que hemos denominado tusán y que aún no es reconocida por el estado. Hace poco una amiga intentaba postular a los estímulos ofrecidos por el Mincul y con tristeza observó que en la sección de selección de la etnicidad encontró nikkei, pero no tusán. Somos un grupo de peruanos que aún se encuentra invisibilizado, exotizado y, en muchos casos, excluido. En lo personal, desde la gestión cultural, del mismo modo que otros tusanes, intento sumar mi grano de arena en la construcción de nuestra identidad, tratando de unificar a los artistas que, como yo, se sienten orgullosos de ambas raíces.
Los miserables Siento como la hierba me consume bajo el fuego líquido esparcido en la mirada. Divisamos las manos sujetas a la penumbra, donde encuentro el impacto, el sonido visceral de mis miedos, una boca consumida en el silencio Y mis ojos reflejados en el cristal. ¿Por dónde transitan mis pies? La calle se deshace bajo el tambor de nuestros pasos, me perturban las luces corriendo por la avenida, el grito de un hombre estrellado contra los muros. La fantasía del humo sobre mi lengua va dejando un gusto amargo en mi sintaxis neuronal. Vuelve el timbre a sonar, vuelve la calle, el influjo de la noche que me empuja a pensar, a volver sobre la marcha, a la vida que se va. Se evapora la ventana en un intento de volar sobre los autos, de callar esas gargantas consumidas en líquidos oscuros atravesando píloros, viejos caños que gotean la miseria, el dolor de una noche más que no cambió, la misma migaja de pan, el mismo sabor austero de la pobreza que aniquila nuestros sueños. El efecto se me va al crujir de los pedales, extraño el fuego sobre mis labios. Vuelvo a oír las risas de quienes marchan a mi lado y regreso al horizonte, donde descansan los miserables. Nilton Maa
¿En qué momento de tu vida, aparece la literatura? ¿Qué escritores fueron tu referente en un inicio y quién o quiénes son tu referente hoy?
La escritura forma parte de mi vida desde que tengo uso de razón. Mi recuerdo más lejano es siendo niño, escribía canciones para mi papá y luego se las cantaba. La literatura, en especial la poesía, es un espacio de introspección y de reconocimiento a niveles muy profundos. Es sumamente difícil tomarte el tiempo para pensar y buscar por dentro cuando por fuera no tienes nada, o si tu vida es tan difícil que -al buscar por dentro- te das cuenta que no vales nada o eso es lo que puedes llegar a creer. El primer poema que leí fue Tristitia de Abraham Valdelomar, cuando cursaba primer año de secundaria en el colegio Inca Garcilaso de la Vega de la tercera zona de Collique. También recuerdo que mi tío creó una biblioteca pública en nuestra casa con libros donados por sus amigos académicos. En realidad, nadie me inculcó la literatura, siempre fui blanco de burlas por mis intentos fallidos de redacción y estas venían continuamente desde mi casa. A causa de ello, nunca vi en la escritura la posibilidad de hacer una carrera, sino que la consideraba algo que me podía generar vergüenza. Recién de regreso en Perú y con veintinueve años cumplidos, me di cuenta que este es mi camino. De adolescente leí a Amin Maalouf, Samarcanda era mi novela preferida, también a Marguerite Yourcenar, Graham Green, Garcia Marquez, Vallejo, José María Arguedas, entre otros. Mis referentes actuales son Julia Wong, Doris Moromisato, Murakami, Mo yan y José Watanabe.
En “Mientras caen mis hojas”, muestras poemas llenos de transparencia, sencillez y profundas reflexiones sobre la necesidad de identidad ¿Cómo fue el proceso de escribir y armar este libro?
El proceso ha sido bastante largo, es mi primer poemario y tiene poemas antiguos que rescaté, así como nuevos. La parte principal del proceso fue la de aceptar que soy escritor, antes de mis veintinueve -como dije- sentía vergüenza y no contemplaba la posibilidad de poder crear algo digno de ser publicado. Luego, vino la organización y construcción del esquema del libro. Ha sido un proceso hermoso y necesario.
¿Cuál es tu motivación al momento de escribir? ¿Qué valores desearías transmitir a través de tus escritos?
Todo parte de mí. Inicialmente es dejar un registro de quien soy en el momento en que me invade la necesidad de escribir. Nunca hay un detonante: puede ser en la madrugada cuando despierto solo con la necesidad de plasmar alguna idea que no quiero perder, durante una reunión, en cualquier situación… La inspiración es un poco caprichosa. Respecto a lo que deseo transmitir es que, incluso estando solos, siempre hay alguien afuera que nos comprende y, de algún modo, todos llegamos a sentir lo mismo que tú o yo podemos estar sintiendo, pero en distintas intensidades. Esta certeza nos ayuda a ser más empáticos y dejar de sentir que nos encontramos desamparados frente a la tristeza. Por lo menos, es lo que yo siento al leer poesía.
Último hechizo El grillo canta un conjuro que se evapora entre la noche. Oigo tu paso vacilante, tu voz en un susurro, recitándole a los muertos. El incienso llega desde el lejano salón, me acerco al agujero de la puerta. La mañana se esconde entre los pliegues de tu rostro, el foco rojo titila, resplandece sobre tus diosas enlozadas. Te inclinas tres veces, una lágrima corta tu mejilla, te escucho balbucear palabras que solo tus dioses comprenden. La mañana se escapa de tu mirada; el incienso se extingue dejando el humo sobre mi piel; el grillo canta su último hechizo, y mi rostro se quiebra entre las sábanas, como tu corazón, igual que tu triste alma. Nilton Maa
Cuéntanos de tus futuros proyectos y escritos…
Actualmente, me encuentro produciendo la segunda temporada del podcast Poesía Tusán, desde la voz de sus autores. La primera temporada contó con la participación de Julia Wong Kcomt, Miguel Sanz Chung y Vedrino Lozano Achuy y, en esta segunda temporada, estarán: Fanny Jem Wong, Jorge Castillo Fan y Lucero Medina Hu. También estoy escribiendo una novela que narra la historia de dos tusanes dentro de su núcleo familiar y la búsqueda de la identidad, y un poemario al que he titulado “¿Qué bestia escoges hoy para morir?“, en proceso de organización, pero con 20 poemas ya seleccionados. También, estoy tratando de crear el Primer Festival de Arte Tusán, pero esto aún es solo una idea.
Nilton Maa (Perú, 1988). Escritor y narrador oral. Hijo de chino y madre peruana, ha explorado su sensibilidad artística en la fusión de ambas culturas. Fue finalista en el concurso de poesía El Mar, organizado por la Embajada de Taipei en Perú, segundo puesto en el concurso de microrrelatos “La cruda brevedad, literatura en tiempos de colapso”, organizado por la revista literaria La Ninfa Eco. Asimismo, creó el canal de YouTube Presencia Oriental, con la intención de mostrar las expresiones artísticas de integrantes de la comunidad tusán (descendientes de chinos en el Perú). Gestiona el podcast Poesía Tusán, desde la voz de sus autores y el blog literario Nilton Maa, cuentos y más, donde difunde material de artistas de diversas disciplinas pertenecientes a la comunidad china. Publicó la novela Imperio de Sombras (2020) y su reciente poemario Mientras caen mis hojas (2021).