Desde el año pasado (2022) me propuse escribir narrativa, un reto que había pospuesto hace algún tiempo y que decidí enfrentar a raíz de haber tomado la maestría en escritura creativa. Motivada por el deseo de tener lectores implacables, por esas cosas del destino, encontré una convocatoria que me dirigía hacia el grupo “Pesadillas bajo la tinta”, un grupo de WhatsApp que pertenece al colectivo “Verso inefable” quienes, actualmente, desarrollan antologías de diferentes géneros, aunque la mayoría se enfocan en el género del terror. Debo decir que me sorprendió el talento de sus integrantes porque la mayoría son chicos y chicas de diferentes nacionalidades, de veintitantos, pero con una sorprendente madurez en su escritura, críticas sustentadas en teoría literaria, además del gran bagaje literario con el que cuentan para enfrentar sus sueños literarios. Dos de ellos son Gabriel González (Cabimas, Zulia, Venezuela, 2000) y Anagke (Camagüey, Cuba, 2002), quienes cuentan con un talento extraordinario en sus obras narrativas mientras tienen en claro que a través de la escritura, corrección de sus textos, y la lectura ardua, podrán convertirse en el escritor o escritora que proyectan desde hace tiempo. Quedan invitadas e invitados a leer esta entrevista.


SM: ¿Cómo se te ocurren las ideas?
Anagke: Muchas veces vienen a mí las imágenes de lo que sucede. Sea fregando, hablando con alguien o caminando. Creo que toda acción mecánica promueve la creación. También ocurre que veo algo o alguien, y anoto mentalmente la situación, las palabras, los gestos, cualquier detalle. Luego la historia se acaba desarrollando casi por sí misma.

Gabriel: Una idea puede venir de cualquier cosa y surgir en cualquier momento. A veces me llega una imagen, una escena, mientras hago tareas cotidianas: cuando lavo los platos, cuando voy en bus o cuando tengo la mirada perdida. Puede ser algo que ha pasado recientemente, algo que me ha llamado la atención o que considero interesante. Otras veces, nace un concepto, una frase o un personaje, y poco a poco va creciendo en mi mente hasta que lo tengo más o menos definido, entonces me lanzo a escribir.

SM: ¿Qué relaciones tienes con otras artes?
Anagke: No tengo relación con nada más. Solo sirvo para escribir. Aun así, admiro mucho las artes plásticas, en especial la escultura renacentista y clásica; y la danza me apasiona, sobre todo el ballet. Si dedicara mi tiempo a algo más que la literatura, escogería el ballet como divertimento, pero no como profesión.

Gabriel: Me gusta mucho el cine, la animación y el manga, en ellos he encontrado obras fascinantes que me han marcado de por vida. Creo que uno debe nutrirse con historias de diversos medios. Con la música tengo una relación más sentimental. Casi siempre estoy escuchando música, es uno de mis mayores placeres.

SM: ¿Qué tipo de escritor/a quieres ser?
Anagke: Quiero ser el tipo de escritora que el público pueda leer y que, aun sin gustar a todos, nadie pueda decir que mis textos tienen mala calidad. En fin, si no fuera amada, sí respetada.

Gabriel: Quiero ser muchas cosas. En primera, quiero ser un escritor que pueda entregar una obra de calidad para sus lectores; de igual forma, me gustaría ser un autor que consiga capturar en sus historias las distintas capas de la realidad. Detrás de cada cosa, hay más de lo que aparenta. También me gustaría torcer de distintas formas esa realidad. Por otro lado, me gustaría ser capaz de escribir de todo, no limitarme con los géneros; construir (y destruir) mundos enteros con palabras. Creo que es algo ambicioso, dependerá de si tengo la capacidad y disciplina suficiente, pero trabajo duro para convertirme en ese escritor.

SM: ¿Desde qué edad empezaste a escribir?
Anagke: Desde que aprendí a hacerlo, tendría 5 o 6 años. Incluso desde antes, estaba llena de imaginación y fue un alivio poner todas las ideas en papel. Cabe aclarar que “Imaginación” fue una palabra que me causó recelos durante muchos años, puesto que me parecía que la utilizaban para minimizar el valor que yo misma les daba a mis textos para ponerlos a un nivel infantil del que nunca saldrían, pero ahora me doy cuenta de que es un aspecto positivo que me permite tener un pensamiento único. Siguiendo con la pregunta, a partir de los 7 años comencé a participar en concursos.

Gabriel: A los dieciséis. Al principio eran solo cosas al azar: Rimas, pequeños fragmentos. Después quise crear mundos e imaginar vidas enteras.

SM: ¿Qué género desarrollas?
Anagke: Intento escribir de todo. Algunas veces tengo más éxito que otras, pero desarrollo por igual poesía que teatro y novelas. He de admitir que prefiero la novela y me siento más cómoda en el realismo y la fantasía. En ciencia ficción tengo proyectos y, ciertamente, el género que peor se me da es el terror. Admiro mucho a los autores de este último género.

Gabriel: Cuento. Amo su brevedad y potencia. En cuanto a la clase de cuentos: escribo drama, con toques psicológicos y sociales, pero también fantasía, terror y ciencia ficción. Me gustaría desarrollar estos tres últimos a profundidad.

SM: ¿Cuáles han sido tus influencias?
Anagke: Los franceses, en especial Víctor Hugo. Los griegos por sus tragedias. Los españoles por enseñarnos a usar el idioma y a ser pilares en casi cualquier género en que se metieran. Los checos por saber innovar en la forma y encontrar la adecuada a cada idea, y los rusos, por trabajar sobre las pasiones humanas y el altruismo casi ridículo. En fin, me falta mucho por leer, y de todo lo que he leído el mensaje más importante que me he llevado es: No tienes que gustarle a todo el mundo, pero que nadie diga que eres mala.

Gabriel: Ray Bradbury, por su sencillez y la potencia de sus imágenes; Osamu Dazai y Ernesto Sábato por su capacidad de introspección. Philip k. Dick, por la forma en que tuerce la realidad en sus novelas. Miguel Otero Silva, por su destreza al mostrar la realidad social venezolana de su época y Brandon Sanderson por su asombrosa imaginación.

SM: ¿Qué temas tratas?
Anagke: Los temas dependen mucho del género, pero intento tocar siempre cuestiones humanas. Temas recurrentes en mi literatura, sobre todo en mis novelas si lo analizo, son los deberes para con la familia. La inmigración en busca de paz y reconocimiento; el temor a la muerte y lo contrario: la muerte como solución, y los juegos del destino.

Gabriel: La soledad, la lucha por la identidad y la alteración de la realidad. Siento mucho interés por los cambios tecnológicos y cómo afectan las relaciones humanas. De igual forma, me importan los problemas de mi país, así que trato de exponerlos en algunos de mis cuentos.

SM: ¿Qué retos enfrentas en tu proceso de escritura?
Anagke: Casi siempre mi frustración es el tiempo. Casi nunca tengo tiempo de sentarme a escribir. Detesto la noche y las horas que se supone que debo dormir. No me gusta dormir, me enoja perder tiempo haciéndolo, tiempo que puedo dedicar a escribir más. Lo afronto construyendo horarios. Cada día debo hacer un número de cosas y escribir algo está entre ellas. Además, tengo varias aplicaciones instaladas en el teléfono con el fin de anotar ideas. Algo es algo.

Gabriel: Creo que es imposible para mí hablar de retos sin mencionar la situación de Venezuela. Es muy complicado mantener un hábito de escritura constante cuando estás muy preocupado cuestiones básicas como la comida y la electricidad. Es desgastante. Sin embargo, escribir es una de esas cosas que me mantienen con esperanza; tal vez el hoy sea difícil, pero mientras pueda escribir la siguiente línea, creo que puedo soportarlo todo.

Los demás retos que tengo son los típicos del cualquier escritor: la página en blanco, la falta de concentración y la sensación constante de que lo que uno escribe no vale la pena.

SM: Algún mensaje para las personas que lean esta entrevista.
Anagke: Respecto al mensaje a “mis lectores”, bueno… no sé si existan, pero si están allí y les gusta lo que hago, si lo disfrutan, que sepan que lo continuaré haciendo. Trataré de asomar la cabeza en todo momento posible, recordar que existo porque escribo y nada más. Espero que lean mucho y variado, para que la literatura no muera nunca. Eso sería todo.

Gabriel: La literatura no resuelve los problemas; puede exponerlos o hacerlos más soportables (en mi caso), pero al final, cuando uno cierra un libro o escribe la última línea de un cuento, tiene que volver a su vida real. A veces es duro aceptar eso, pero creo que cada ser humano hace lo que puede con lo que le ha tocado. Ray Bradbury lo pone en boca de uno de sus personajes en Fahrenheit 451: «Las cosas que usted busca, Montag, están en el mundo; pero el 99 % de los hombres sólo puede verlas en los libros. No pida garantías. Y no busque la salvación en una sola cosa: persona, máquina, o biblioteca. Ayúdese a sí mismo, y si se ahoga, muera sabiendo por lo menos que estaba acercándose a la orilla».

SM: Ahora un texto de su autoría, para que conozcan su escritura:


El Amante. Por Anagke

Llegó más tarde esa vez. Lo había estado esperando durante horas. Luego de cerrar la puerta de su habitación y quitarse la ropa, dejó los zapatos al lado de la cama y se cubrió con la sábana más gruesa. Esperó hasta quedarse dormida y solo la lengua húmeda jugueteando entre el límite de la oreja y el cuello desperezó su cansancio.

—Por fin… —suspiró aliviada.

  Le gustaba encerrar los hombros pálidos en su abrazo y rodearle las caderas esqueléticas con sus piernas. Lo dejó ir rápido aunque hubiera preferido besos más suaves. Las mordidas le desgarraban demasiada piel y los arañazos habían cobrado parte de sus pezones y su espalda. Fue divertido, aunque casi no pudo disfrutarlo y él se marchó por la ventana como había llegado, para seguir alimentando su mito de mentiras.

Cuando los rayos del sol tocaron la piel suave de su rostro volvió a armarse las muñecas y a cerrarse las heridas. Un trozo de pezón había ido a caer cerca de sus zapatos. Lo lavó y pegó. Ya estaba lista para la noche. La espera era la peor parte.


La primera despedida. Por Gabriel González

Te preparaste para este día, pero eso no hace que duela menos. Desde el primer momento has estado con él; no como su madre, claro, jamás podrás romper el vínculo que nace de haber compartido un cuerpo, pero de igual forma, su sangre es tu sangre y su dolor es el tuyo. Tienes que mirar a otro lado mientras caminan. No llores, Roberto, no llores, porque si él te ve llorar, también llorará. Solo sostenle le mano, firme, que te mire y vea alguien en quien pueda apoyarse para siempre. Que no note que te estás desmoronando, que apenas has visto la puerta del colegio has querido voltear y llevártelo a casa, plantearle una excusa a su madre y tenerlo cerca un poco más de tiempo. Pero no puedes, no es correcto. Ya estás en su salón y ves a los demás niños en sus pupitres; la guardiana viene hacia ti, sientes cómo él te aprieta la mano. Te dice: «Papi, no, vamos a casa», entonces haces el esfuerzo de mil espartanos y poco a poco aflojas el agarre. Te agachas y le plantas un beso en la frente. «Ya lo hemos hablado, te buscaré por al salir, campeón». Cada palabra duele, pero es necesaria para que él crezca, aprenda, viva. Después de inclinar un poco la cabeza, él sonríe y asiente. Te sorprendes porque creíste que iba a ser más traumático. Él toma la mano de la maestra, quién también sonríe, satisfecha y te pide que te vayas del salón.

Te preparaste para esto, y entiendes que con el tiempo dejará de doler, pero afuera del colegio, por fin te permites llorar, porque sabes que a medida que crezca, tendrás que decirle adiós muchas veces.


Sobre los autores:

Anagke: Ganadora del Primer Lugar en Concursos de Talleres Literarios Provinciales de Camagüey 2010, 2016, 2017 y Concurso Nacional Trazaguas 2017. Publicada en Antología de Autores Infantiles Camagüeyanos, por la Editorial Ácana. Finalista del Concurso Nacional Emilio Ballagas 2019. Miembro del Taller Literario Espacio Abierto. Finalista del Concurso Nacional Mabuya 2022. Publicada en diversas revistas digitales como Palabra Herida, Licor de Cuervo y El Coleccionista.

Gabriel González: En 2021 recibió una mención honorífica en el Sexto premio de cuento Santiago Anzola Omaña en Venezuela, por el cuento: «Los días de nuestras vidas». En 2022 fue parte de la antología «Pesadillas en la tinta», volumen 2, publicada por el colectivo literario «Verso Inefable».

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Sara Montaño Escobar (Ecuador, Loja, 1989). Licenciada en psicología general. Becada en la maestría de investigación en literatura con mención en Escritura Creativa de la Universidad Andina Simón Bolívar. Editora y coordinadora de Editorial Unicornias. Ha obtenido uno de los premios de poesía organizado por Casa Editorial del Municipio de Cuenca (Ecuador, 2021), segundo premio en poesía en el concurso literario internacional Carlos Giménez (España, 2021) y dos menciones de honor en el concurso de poesía Ileana Espinel Cedeño (Ecuador, 2019-2021). En el ámbito cultural, su taller “Clínica de poesía: Píldoras de poesía en la arena del cuerpo” fue seleccionado como uno de los proyectos ganadores de la Escuela del Festival Internacional de Artes Vivas (Instituto Ecuatoriano del Fomento y la Creatividad, Ecuador, 2021) y fue seleccionada en la residencia Virtual Atelier Poético (Organización de Estados Iberoamericanos, 2022). Ha publicado el poemario Enseñanzas (Liberoamérica, Argentina, 2019), Conversaciones Nocturnas con la Sombra de mi Madre (Editorial Perniciosa, Argentina, 2019), la Impúdica Humanidad de lo Sagrado (Casa de la Cultura de Loja, 2021) y Mi perro no lee mis poemas (Editorial de Casa de la Cultura del Azuay, Ecuador, 2022). Redactora de la organización internacional La Ninfa Eco. Coordinadora del performance “Historia de mujeres: poesía, danza y música” (Loja, teatro Bolívar, 2021), coautora de la obra teatral “Mujeres lunares” (Colectiva Juntas somos resistencia, 2021). Forma parte de antologías nacionales e internacionales como: Barrenetik Zulatzen Zaitut-8 Ahots Itsasertzetik (España, 2021), Liberoamericanas, ochenta poetas contemporáneas (Argentina y España, 2019), Alas Púrpuras (El Ángel Editor, Ecuador, 2019), Exilios y Otros Desarraigos (Letralia, 2019), Sensaciones Oníricas (Ecuador, Municipio de Loja, 2018), Confesionario Poético (Editorial Universidad Técnica Particular de Loja, 2019). Publicada en varias revistas nacionales e internacionales entre las que se destacan La Raíz Invertida, Elipsis, Nueva York Poetry Review, Círculo de poesía, Digo palabra, Extrañas noches, El Guardatextos, Lemiaunoir y Palabrar. Organizadora del Festival Poético Onírico Internacional. Organiza recitales locales y online. Ha realizado de manera independiente talleres de escritura terapéutica, creativa, y elaboración de cuentos y personajes. Invitada a la Feria del libro de Quito, Festival Ileana Espinel Cedeño, Paralelo cero, Poesía de Fredonia, entre otros. Sus poemas han sido traducidos al euskera y al italiano.