Tres poemas de Tania Favela Bustillo
a Horacio Franco y Rodrigo Favela –músicos–
a Reynaldo Jiménez (por su poesía y por su Catatau)
(estamos aterrados – los síntomas, los síntomas de todo, los
sistemas totales)
todo es grave…
(una vieja estornuda y una legión de átomos sube – irreverente–)
los transeúntes corren
y en las cañas sopla el viento del flautista
trisca a lo lejos un sol convaleciente
rumia en el precipicio una cabra pendiente
¿o es la vocal de la conciencia gritando en el desierto?
¡lofote!
manos sin referentes
¿a quién tocar?
y el brillo
y el bicho
– el tornillo arquimédico puede arreglar el mundo –
(cuerpo es cuerpo)
Mitrídates, volverse inmune ante cualquier ponzoña
¿cómo vivir en la flauta entre las cañas?
el oscuro encaje que retiene el infinito acomete al mundo
– ese exceso de realidad –
esta desolación del verde
esta hierba que duele en plena primavera
¿suena el canto de las cigarras
o es el canto de las sirenas?
suena la flauta, la flauta del flautista
(el bicho perjudica el juicio)
la flauta toda recuperada suena
resuena, tararea,
una palabra va a abolirlo (al bicho)
está con la vida contada
¿cómo es que va
a caer?
(con Herrera y Reissing y Leminski vía Reynaldo Jiménez)
a barlovento – a sotavento aún – dices y suena el viento entre esas
letras inoídas como el pájaro que aquí trina alejado de toda bulla,
de toda ebullición humana que anuncia o no un “estado de cosas” inentendidas
sin lengua para descifrar la realidad
esa, esta realidad impensada, muda, mutua, silenciosa
sanciona desde lo ínfimo
desde esa media vida, “entre lo inanimado y lo animado”
y la fortaleza de eso
y el escudo
de ese luchar contra lo invisible
– el enemigo no se ve – dicen algunos
y el viento lo lleva y el viento lo trae
tan diminuto
frágil, sensitivo,
insensible también ante los más sensibles
– los olvidados de su propia sensibilidad –
arrojados a descifrar esa lengua sin lengua
código exacto de material genético:
ácido ribonucleico y proteínas
con medidas increíbles
minúsculas
– la milmillonésima parte de un metro –
así de pequeñita la amenaza
se alza, ciega ante los ciegos
vibrando imperceptible bajo “la amplia atadura de la línea oscura
más abajo del horizonte”
¿quién se estremece
quién se agazapa
ante la visión de un “piano apolillado cayendo en ruinas”?
y sin embargo
el leve espacio de los pares que separa
(y el canto de pájaros y niños)
volverá con humildad infinita
incontaminado
(Con Marilyn Contardi, José Ignacio Padilla y César Moro vía Magdalena Chocano)
¡Que ser poeta es oír las sumas voces,
El pecho herido por un haz de goces…
Martín Adán
(sigue la llamita iluminando, sigue tímida, encendida la luz
sigue palpitando la vida)
“…nada se engendra, ni destruye,
sólo hay combinación, separación”
– rezan las palabras en tu poema –
palpita una voz dentro de otra voz dentro de otra
y todo se enciende
mira (o vi) cómo se encienden los palos (ahí adentro en el sueño)
allá afuera en el cielo se encienden las estrellas
– la pequeña llama sigue iluminando –
(imagen de tu imagen)
Nuestra Señora –ojos de luz–
¿eres tú la que alumbra?
cientos de pájaros salen de tu vientre
¿recuerdas?
roce de alas, trinos y más trinos
los pájaros salen a la luz
los pájaros cantan
así lo dices en tu carta (en medio de la confusión):
“…lo único bueno es que al fin se puede oír el canto de los pájaros”
así lo dices:
“… las calles están vacías, los coches no transitan y el mundo parece despoblado. La contraparte al desastre es la vuelta de una naturaleza que parecía tapiada o expulsada: se escuchan más los pájaros, hay más patos y los atardeceres han cobrado otro color…”
“qué oportuno refugio en medio de la tormenta”
el canto
y la luz que palpita
Nuestra Señora de la luz
los pájaros “ahora vuelan en los vuelos cantan en los cantos
llenan de júbilo la existencia”
Señora de los pájaros
tú sabes, alguien sabe, que contra toda resistencia, hay algo
frágil, desguarnecido, que permanece
“llaga de la entrada de lo sin nombre”
a la intemperie
(con Marilyn Contardi, José Antonio Mazzotti, Isaac Magaña y escena de Tarkovsky)
Tania Favela Bustillo (Ciudad de México, 1970) Cursó el doctorado en Literatura Latinoamericana en la UNAM. Desde 1994 imparte clases de literatura en el Departamento de Letras de la UIA. Del 2000 al 2011 formó parte del consejo editorial de la revista “El poeta y su trabajo”, dirigida por el poeta argentino Hugo Gola. Publicó el libro de poemas Materia del Camino (Compañía, México, 2006), la traducción (con Jahel Leal) del libro En la tierra de Robert Creeley (Textofilia, México, 2008), el libro de poemas Pequeños Resquicios (Textofilia, México, 2013), la antología de poesía El desierto nunca se acaba de José Watanabe (prólogo y selección, Textofilia, México, 2013), (con Luis Verdejo) Un ejercicio cotidiano, selección de prosas de Hugo Gola (prólogo y selección, Toé, Lima, 2016), el libro El lugar es el poema: aproximaciones a la poesía de José Watanabe (APJ, Lima, 2018), el libro de poemas La marcha hacia ninguna parte (Komorebi, Chile, 2018) y Remar a contracorriente. Cinco poéticas: Hugo Gola, Miguel Casado, Olvido García Valdés, Roger Santiváñez, Gloria Gervitz (Libros de la resistencia, Madrid, 2019).