Leer a Tiffany Foster en su libro Psique y Eris. Dos personalidades para un poeta (Editorial Maquinaciones, Perú, 2022) supone embarcarte en un viaje literario en donde la palabra y la música se conjugan para recordar que la poesía surge del “gusto por la armonía y el ritmo” y justamente es ritmo lo que encontraremos en este libro. Algo así pensaría Elvis cuando decía: “el ritmo es algo que tienes o no tienes, pero, cuando lo tienes, lo tienes por todas partes.” Cuando empecé a leer a Foster, vino a mi mente una conversación entre dos célebres personajes de la televisión de los 70’s: Chaparrón y Lucas, que en alguna de sus conversaciones plantearon la interrogante con la quiero iniciar:
—Oye Lucas, ¿tú crees que sea útil ser poeta? —Claro que sí, Chaparrón, si no, ¿qué pretexto vas a encontrar para morirte de hambre? —Sí, pero yo quiero decir: ¿tú crees que si hubiera más poetas la gente avanzaría con más seguridad por la vida?
Foster nos propone este mismo enfoque al inicio de sus textos, centrándose en la persona, el ente, el que escribe y la importancia del ser, es decir: el poeta.
Inicia la autora el libro con un agradecimiento a su padre (y mentor en el mundo de las letras), a Roberto Gómez Bolaños y a Joaquín Sabina, a los que considera tres de sus más grandes influencias. A través de sus textos y versos rítmicos, se presenta como sigue: “Yo soy una persona de fe, / Y creo que la suerte me hizo compañía.” Una persona de fe escribe, un iluminado divino que lleva consigo “la voz sagrada de los dioses”, un poeta. Detengámonos un momento y retomemos la interrogante que hizo Chespirito a través de sus dos personajes: ¿Para qué poetas? y pulamos un poco más la pregunta: “¿Para qué poetas en tiempos de penuria?” La respuesta no parece sencilla. Veamos lo que escribió sobre esto el filósofo alemán Heidegger en su libro Caminos al bosque:
Los poetas son aquellos mortales que, cantando con gravedad al dios del vino, sienten el rastro de los dioses huidos, siguen tal rastro y de esta manera señalan a sus hermanos mortales el camino hacia el cambio.
Antiguamente los poetas y juglares eran apreciados por su contribución al relato de la Historia. Para Foster, con todo un bagaje de influencias, las referencias se van engranando, saltando a un pasado muy personal en el que se reencuentra con personajes ilustres, como María Isabel Granda y Larco, en ‘A Chabuca’ y en ‘Ilustres peruanos y más’; con sus grandes escritores, en ‘Cervantes’ y en ‘¿Qué habrá pensado Sabina?’; o incluso con las palabras de su abuela Estercita Vargas en ‘Capullito de alelí’, por poner algunos ejemplos.
Una y otra vez, la autora trata de desvelarnos a través de sus versos la misión que tiene el poeta. Utiliza su voz para visibilizar los problemas de la sociedad, como nos muestra en ‘Sumisa’ o en ‘Muñequita Rota’ y también hace una denuncia pública ante el encierro extendido que se dio por la pandemia, a causa de la Covid 19 en Perú, en el poema ‘Prohibido tocar’. En el poema ‘La mujer maravilla’,incita a las mujeresa abrir los ojos a la evolución. Foster toma lo cotidiano y descubre en él lo imperceptible, en el poema ‘No está rota’escribe: “No está rota, se halla cansada. / Hoy no apareció del cuento, aquella hada, / Hoy no quiso tomar café, / Hoy no pensó en Cristo ni en la fe. / No necesita despertador, // Solo quiere un momento. / No desea un final del bello cuento, / Solo un respiro alentador.”
La autora escribe como si estuviese armando piezas de rompecabezas, cada pieza es un momento, a veces contado a sí misma, a veces como si estuviera en una conversación con alguien y otras hablando directamente al público, al lector. Foster no crea pistas, ella explica, detona, muestra y detalla. Lo que dice lo dice sin tapujos, pero también calla y silencia lo que no está dispuesta a develar dejándonos con ganas de saber más.
Pero ahondemos un poco más. No basta ser poeta solamente de influencia, hay que serlo también en conciencia, hay que estar dispuestos a develar la verdad y la moral del que escribe. En El Banquete,una de las más maravillosas y perfectas obras de Platón, lo más interesante del discurso tal vez sea la idea de que el amor lleva al hombre a hacer grandes cosas, entre ellas el sacrificio por el ser amado, al igual que lo hace Psique. Allí se debate el tema de la búsqueda del amor perfecto, de la otra mitad. En uno de los discursos, Aristófanes relata cómo, en el origen, el ser humano poseía dos cuerpos, dos cabezas, cuatro brazos, cuatro piernas, y dos sexos, y cómo estos fueron separados en dos mitades, a causa de la soberbia y el ego desmedido. Así las almas fueron condenadas a buscarse y a morir de nostalgia si no se encontraban y completaban: el amor es la búsqueda de la otra mitad, y el ser humano es por naturaleza un ser incompleto.
Foster, en su obra, también se encamina en la búsqueda del amor, una búsqueda que está expuesta a los cambios de la vida social y tecnológica que todos estamos experimentando. El poema ‘Tinder’ es una muestra clara, en donde ella, denota al principio un cierto recelo por lo nuevo, pero acaba por aceptarlo y, al adaptarse, encuentra el amor.
Psique y Eris. Dos personalidades para un poeta, dos personalidades con emociones desbordadas, que en este libro convergen y comulgan entre sí alrededor del amor y, por supuesto, de la poesía. Dos personalidades y dos voces, la femenina y la masculina. En ambas voces, podemos divisar parte de la personalidad de la poeta, ella es la que propone y guía una relación, ella es la que quiere tener el control y controlar. Pero ¿qué pasa cuando Foster no obtiene en el amor lo que quiere, o mejor dicho, no lo obtiene como quiere? Leamos un extracto del poema ‘Motel’: “No seas indiferente, ya lo noto, / Porque tus besos me saben poco, / Si es que me encapricho por tenerte. / No sé qué inventar para no dejar de verte. // Del cuarto no te dejo salir, / Menos que llegues al pasillo, / Me cojo fuerte de tus tobillos. // Hago una rabieta para insistir, / Con tal de retenerte, / Soy capaz de mentir, / Pero una mentira blanca o piadosa, / Para pedirte de una manera hermosa, / Que de este cuarto no te puedas ir.”
No hay ser humano que no tenga dualidad en sus acciones, es capaz de amar y de dejarse amar, pero también es capaz de mentir, suplicar y llorar con el fin de retener al amado. Es el que ama en desmedida el mismo que coloca las piedras para tropezar y verse sufrir en el camino del amor. Psique no sería Psique y su historia no tendría el valor literario del que goza, si ella nunca hubiese tenido dudas de Eros y no se hubiese atrevido a verle la cara a pesar de las advertencias.
El Psicoanalista cubano López Pedraza habla de las emociones como la envidia, los celos, el amor, el odio, la venganza y otras, en base a la historia de Eros y Psique, acercándonos al poder irracional del amor. ¿Fue acaso Eris, diosa de la discordia y maldad, la que provocó las dudas en Pisque? Es imposible pensar en el amor sin obstáculos ni conflictos. Es en el sufrimiento y las penurias, que se encuentra el camino al crecimiento del alma, así como nos lo describe Foster en el poema ‘Estas son’: “Estas son las últimas líneas que te regalo. / Las últimas que escribo, / Pensando en tu nombre, / Pero no en el olvido. // Hoy, confieso, sigo pensando, / Que pudo haber sido / Un alto suicidio, / Pero apasionado suceso.” Es a partir del sufrimiento que Psique y Foster se reconocen y se crean a sí mismas, es el comienzo de un viaje de autodescubrimiento y reencuentro de amor profundo, aún si el amor no llegue a concretarse.
¿Qué no hacemos los seres humanos por amor? Es cierto, somos capaces de mentir, de rogar, de buscar, de actuar de manera irracional, pero también somos capaces de dejarnos llevar en el mar del amor y que sea nuestro amante el que calme las aguas que nos atormentan. Foster no es la excepción a la regla, nos lo muestra en su poema ‘Dulcecito, algo rico’, ella ama en exceso y se rinde ante el amor, ante su amante, ante su musa.
Guillaume de Poiter, el primer trovador, indicaba: “La mujer que inspira amor, es una diosa, y merece culto como tal”. En Pisque y Eris. Dos personalidades para un poeta, Foster da culto a su musa, a su amante y la eleva y justifica en cada verso, una muestra de esto es su poema ‘Insistente’: “Ya sé lo que continúa y no es barato, / Ya sé lo que tramas y planeas de a ratos. / Tú, timonel de mi cama, / Perdón, de mi barca, de mi barco. / Me seduce con esa jiribilla, / Me desnudas de una manera tan sencilla, / Que parezco yo la desesperada / Y me dejó hacer el amor de manera apasionada”.
La importancia de la poesía y su tan común conciencia de la muerte, hace que inevitablemente recobremos en ella casi al mismo tiempo la conciencia de la vida. Y es así, la poesía nos ayuda a levantarnos del sufrimiento al que nos empuja nuestra Eris, y a renacer como Psique entre las cenizas. De la misma manera, la poesía no se doblega, en ella el amor siempre es y será el norte, el centro y el fin. Y al final, la lección está en que para amar se debe empezar por uno mismo, a pesar de que los seres humanos a través de los siglos lo hemos aprendido al revés. Foster nos deja estas palabras en su poema ‘Un grito desesperado’: “Amar a otros sin amarse a uno / Es complicado para el acompañante, / Pues de manera demandante, / Y más como ninguno, / Tendrá que llenar los vacíos, / De tus momentos fríos, / Que trajiste al presente. / Mejor sanar y amarse sin encono. / Mejor actuar, de una vez reacciono, / Y estar limpio para un nuevo amor valiente”.
Entonces, ¿para qué sirve la poesía, además de transmitir belleza, conocimiento, bien y saber? Como diría Foster en su poema ‘Dedicado a Cervantes’: “…confundir gigantes con molinos / O perderme en el camino. / No busco ser cretino, / Solo llegar a mi destino.” Para poder perdernos y encontrarnos nuevamente en el camino, intensificar nuestra conciencia del ser y estar, para no olvidar nuestro pasado, para poder conectarnos con nuestro presente y empatizar como seres humanos. ¡Sí, Chaparrón, es para eso que existimos los poetas!
Biografía de la autora:
Tiffany Foster (Callao, 1989) es bachiller en Administración de Empresas, y coach integral certificada, con catorce años de experiencia en el rubro de atención al cliente. Es una amante de la vida y del sarcasmo. Sus mayores pasiones son la trova, los animales y la poesía. Escribir poemas en cafeterías barranquinas quizá sea su actividad creativa más plena y edificante.