Se me ha encomendado la tarea —en realidad me la asigné yo misma— de contarles hoy a los lectores de esta columna, de esta revista, no lo que significó conocer a un escritor, sino lo que ha sido compartir en el último año el espacio de La Ninfa Eco con una pléyade de escritores talentosísimos, humanos de nuestro tiempo, creadores, artistas cuyas contribuciones van a leer las generaciones del futuro preguntándose cómo pudo ocurrir.
Nuestro lema reza: “Escritores de todo el mundo en un solo lugar”. ¿Qué quiere esto decir? Que estamos allí todos, en el Eco de una Ninfa que tiene universos por contar y cuyo silencio solo se escucha en el bosque cuando es necesario. Que estamos en la trinchera de la palabra, componiendo y reconociendo a los que componen. Haciendo del himno de poetizar la vida a través de la creación nuestra bandera, no de cuando nos reunimos, sino de todos los segundos del día.
Quisiera escribir durante un largo rato los muchos significados que La Ninfa me murmura a diario: cuando pienso en el poema que tradujo América desde algún lugar que mis ojos desconocen en el Chile de mi Sur; o en las secciones “Secretas de Cine” que dirige Henry, encargado de La Ninfa USA. Alguna vez me vi buscando las sombras de Miguel Hernández y el encuentro gozoso con Alejandro López Pomares, nuestro editor y poeta de Orihuela.
Aquí en la imaginación, donde La Ninfa viste sus galas verdes —vean el logo de Tuti—, he apreciado esa colección collage que esta misma artista que nos dio imagen renovada guarda en un aposento remoto de un barrio bonaerense. Siempre quiero escuchar los versos de los poetas y las poetas que desde Perú, el Reino Unido, Colombia, Ecuador, España, Brazil, Hungría, USA, México, el Sur americano, hacen de La Ninfa una era imaginaria —al estilo Lezama—, un espacio poético —como lo nombra Graciela Montes— donde la frontera indómita de la ficción quiebra sus ya inexistentes límites.
Y cuando digo los versos, hablo de Gisella, Sara, Lisa, Cleo, Laura, Malu, re-componiendo nuestros rompe-cabezas. Cuando menciono la poesía, lo hago con pudor, y escucho a Marce desde El galpón de los cuentos vivientes citar a aquellos célebres genios de la escritura, y a los que solo él y algunos iluminados conocen. Cuando pienso en literatura, regreso a la plática siempre interminable, suspendida, con Diego, editor y director de La Mascarada, otra valiosa publicación de nuestro tiempo que le está apostando a la posteridad del arte; la que nadie decide. Diego, que está aquí, que comparte conmigo esta caótica Ciudad de México desde la que escribo, dador de una amistad entrañable basada en los intersticios del cariño y de esa PALABRA que acá reverenciamos.
No sé si los he nombrado a todos; en todo caso, faltan los que antes estuvieron y ya no, porque La Ninfa es un espacio abierto y urgente, entrañable, donde nos damos a la tarea, también, de recordar. No importa si no los he nombrado a todos, porque todos nosotros nos reconocemos en la palabra Ninfa y en sus innombrables Ecos.
Por supuesto, me dejé para última a la gran Gaby, La Ninfa cometa, la mujer fantástica que ha hecho posible —respondo a la pregunta de los lectores— que desde muy arriesgadas esquinas del planeta nos hayamos unido en un espacio virtual y paralelo —Tal vez no me crean, pero este es un mundo paralelo. Para entrar solo necesitas una clave poética. Nosotros la sabremos recibir—…
Mi principal excusa para mover a Gaby hasta la hora del postre es que me gusta agasajarla y celebrarla, porque la quiero, y porque su labor en esta UTOPÍA es imperiosa. Pero esta es una historia literaturizada, poetizada, de qué ha sido La Ninfa Eco en estos cuatro años desde que La Cometa, solita, se puso a urdir los primeros hilos; así que ustedes perdonen que les diga la verdad: Gaby es una ninfa real —de las imaginarias— en un bosque de Oxford cazando amigos, limpiando con polvos divinos las alas de las mariposas y haciéndonos sentir a los 21 miembros de las tres regiones, que somos una legión de duendes ayudándola a encender cada noche las luciérnagas a los viajeros extraviados.
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El 18 de abril, hace apenas un mes, nos reunimos en una terapia de La Ninfa por Zoom. —No olvide el lector que sin la virtualidad de hoy este sueño internacionalista sería, cuando menos, bastante complicado—. Allí tuvimos una charla de cuatro horas para hablar de nuestro proyecto, de la revista, de nosotros, de ustedes. Allí decidimos contar esta historia para que supieran qué es La Ninfa, quiénes la integran y cómo se construyen sus paraísos en medio de la pandemia. O después de la pandemia. Algunos de los miembros escribieron sobre sus proyectos, experiencias, ideas y conjuros, los aciertos y temores que hilan esta historia. Con otros compartimos de forma oral, porque acá la oralidad es tan importante como la letra en el papel, en la pantalla, o en los muros soñados que se derrumban con la alborada. Los invito a conocernos a través de sus testimonios, que considero imperdibles.
Gisella Ballabeni (redactora)
Siempre digo que La Ninfa Eco es como el Bing Bang… el fin de una era, pero el inicio de algo maravilloso de proporciones inimaginables. Y es que así fue como se inició el podcast y la revista digital. La finalidad del proyecto era dar a conocer autores de diferentes lugares de habla hispana; y la diferencia con otras revistas era la apertura. La revista buscaba ser un espacio de visibilización, más allá de las editoriales y los grupos literarios, en donde todos los creadores, conocidos o no, pudieran tener una vitrina de exposición de sus voces y trabajo. La consigna: “Escritores de todo el mundo en un solo lugar”.
El proyecto me enamoró desde el inicio. Siempre he pensado que la cultura y el arte en general debe estar al alcance de todos; en Perú este acceso es limitado y en pocas ocasiones abierto al público. Eso también se replica en la educación. Por este motivo, formar parte de un proyecto así era una oportunidad imposible de rechazar.
Es maravilloso ver crecer el proyecto. La misión es clara, hay una visión objetiva: “La literatura es de todos y para todos”. También hay pasión. Es difícil que la dirección no te lleve a buen Norte, Gaby no solo es una excelente directora y líder, también es una gran colaboradora y propulsora de nuevos sueños.
La revista va creciendo, pero el espíritu se mantiene intacto. Comenzó dirigida a los países de habla hispana; luego llegó la apertura en Londres y ahora también en USA… no dudo, y deseo con fervor, que el crecimiento siga en todos los continentes e idiomas. Ser lo más global posible es un gran reto; ha habido momentos en que hemos tenido que dar un paso atrás para elegir el mejor camino y así seguir avanzando.
Ahora somos muchos los que soñamos y sumamos en este proyecto. Estamos comprometidos con el objetivo común y remamos hacia el mismo lado. Tenemos un gran reto que cumplir, los tiempos van cambiando y así las formas de comunicarse. La tarea: acercar el mundo literario a la mayor cantidad de personas. La gran interrogante: ¿cómo innovar la literatura sin que pierda su esencia? Todos somos parte de todo y todos nos emocionamos cuando vemos el horizonte.
Aunque lejano aún, sabemos que navegamos rumbo a buen puerto y estamos felices de que ustedes, nuestros lectores, nos acompañen en esta travesía.
Gaby Sambuccetti (fundadora y directora)
La organización nació a mediados del 2018, con el primer episodio del podcast de La Ninfa Eco. Estuve dos años trabajando en solitario hasta que se unieron los demás miembros con los que creamos colectivamente la revista y, posteriormente, la organización. Actualmente, somos 21 artistas, escritores y editores de Latinoamérica, Estados Unidos y Europa los que formamos parte de este hermoso proyecto.
La Ninfa Eco es un lugar abierto a la comunidad literaria que propone generar espacios nuevos en el que participan escritores de todo el mundo, con distintos perfiles e historias. Es un espacio exclusivamente literario con un énfasis en la literatura y la escritura creativa contemporánea.
Además de la generación de contenido, la realización de eventos, la difusión cultural y la experimentación, una de las misiones es generar lazos entre escritores, apostar a la amistad y la colaboración respetuosa, intentando quebrar con la competencia y la visión de la literatura como un espacio hostil de jerarquías con concentraciones de poder y visibilidad.
En cuanto a la identidad, como pasa en una de las versiones del mito, de la boca de la ninfa Eco salían las palabras más bellas que alguien podría escuchar, pero por un castigo divino le quitaron su voz. La ninfa quedó, de esta forma, perpetrada al sonido del eco. Pienso que esa imagen representa lo que pasa con muchos escritores en la actualidad, porque faltan espacios para que crean en su belleza única y particular. La filosofía de nuestro proyecto es potenciar todas las voces y las identidades, pero sin olvidarse de decir las cosas más bellas jamás leídas o escuchadas, como alguna vez lo hizo La Ninfa Eco antes de quedarse sin voz propia.
Alejandro López Pomares (redactor-editor)
Sucede en el mundo de la literatura, como en otros, que se entra acompañado o, directamente, desamparado. Creo que no hay término medio. Yo acumulé durante años escritos al fondo de un cajón y ansiaba crear un grupo literario con el que reunirme, compartir relatos, críticas. En internet, bajo esa sensación de cierto anonimato, entré en un foro de escritores donde me crucé —el azar sabrá—, entre la inmensidad de las redes, una propuesta de colaboración. Pedían reseñas para un podcast literario. Un programa en el que entrevistaban autores, editores, en un cara a cara informal, pero lleno de información y de estímulo, de experiencias particulares e innovadoras. No buscaban escritores reconocidos, que ya cuentan con sus espacios reservados, sino plasmar la realidad literaria en toda su diversidad, la de los escritores, los festivales, las editoriales, la poesía y las slams, las librerías… Eran los orígenes de La Ninfa Eco.
Las redes permitieron esta conexión, impensable en otros tiempos. El podcast dio el salto a una nueva temporada y ¿por qué no? Una revista. La Ninfa Eco, revista literaria digital. Y se abrió todo un universo, toda esa gente a la que presentas y con la que compartes este poema y este relato y de la que escribes una nota sobre su nuevo libro y te llega, de pronto, un contacto inesperado y te habla de otro escritor que podrías conocer. Y comenzaron a entrar otros colaboradores con muchas ganas de escribir reseñas, entrevistas, de hacer encuentros digitales, y la difusión se fue multiplicando. De ahí hasta ahora la cuestión ha sido ir tejiendo un estilo particular dentro de la propia pluralidad que hemos ido creando. Haciendo alguna pausa para repensarnos, para ampliar y buscar nuevas voces, nuevos intereses, profundizar más en las mil y una caras del mundo literario.
Laura Jaramillo Duque (creadora de contenido y administradora de redes sociales)
Conocí La Ninfa desde sus inicios en una ocasión que me entrevistaron para el podcast. Desde ese entonces he seguido el proyecto y me hace muy feliz haberme vuelto parte del mismo con el manejo de las redes sociales y con el podcast “Ninfa Desde las Márgenes”. La Ninfa Eco es un espacio para compartir y difundir literatura latinoamericana y del mundo. Es una gran experiencia leer las notas y escuchar las entrevistas del podcast. De corazón siento que es un aporte cultural muy importante para todas las personas que amamos las letras. Además es un espacio que poco a poco va creando una comunidad de escritoras y escritores en la que todes tienen voz.
Sara Montaño Escobar (redactora)
Yo llegué a La Ninfa en el año 2020. Trabajando en mis primeras notas, y por el tema del confinamiento, se me ocurrió armar un festival de poetas online. Fue un evento hermoso. Asistieron poetas de Ecuador, México, Colombia, Chile, Perú, Argentina y España. Se generaron varias notas de prensa locales, nacionales e internacionales. Los poetas que asistieron se llevaron una increíble experiencia y a mí me aportó mucho conocimiento sobre eventos grandes.
En marzo de este año participé en el “Women Fest” con un performance poético realizado por poetas mujeres, bailarinxs y un músico de mi ciudad. Realizamos también un conversatorio sobre la experiencia de mujeres en relación a la literatura… Con esto quiero decir que el equipo de La Ninfa se caracteriza por aperturar espacios. Generamos experiencias hermosas. Desde ese punto siempre estamos innovando y haciendo cosas que nunca se hicieron ¡Vamos por más Ninfa Eco!
Enrique Bernales Albites —Henry— (coordinador de La Ninfa Eco USA)
Soy el coordinador general de La Ninfa Eco USA, un área dentro de la organización de este Hub de gestores y creadores multidisciplinarios.
Desde La Ninfa Eco tenemos como objectivo impulsar actividades innovadoras. Por ilustrar alguna: hace apenas unos días organizamos una serie de concursos de poesía en los que participaron estudiantes de los diferentes programas de español de universidades norteamericanas como la University of Northern Colorado. Los estudiantes concurrieron con poemas en inglés y en español.
Otro de los proyectos de los cuales me encargo es del grupo de cine y literatura, Terk@s, con colegas de Estados Unidos, México, Argentina, Reino Unido y otros países.
Una de las actividades que más alegría y satisfacción me ha dado ha sido la publicación de una antología de poetas residentes en Estados Unidos, vinculados en la mayoría de los casos a la labor académica y docente en las universidades del país. Este proyecto fue parte del festival que organizó La Ninfa Eco y sus diferentes secciones por el Día Internacional de la Mujer.
La Ninfa USA busca dinamizar un diálogo intercultural con las comunidades creativas de la nación de las barras y las estrellas. También, propiciar la conversación, compartir con l@s compañer@s de la Ninfa a nivel creativo e intelectual. Mi apuesta siempre ha sido la de atraer al público en general hacia el conocimiento y sus diferentes manifestaciones. Apuesto por el amor hacia la escritura, la lectura y la conversación como los antiguos griegos nos enseñaron: Panta Rei.
Vivimos tiempos de gran innovación y de retos en el campo literario, tanto en la forma de crear contenidos (sean estos poemas, novelas, cuentos, crónicas…) como en el soporte de esos contenidos; me refiero a las plataformas virtuales e impresas. Esto es producto del efecto diario de las nuevas tecnologías en el quehacer literario, lo que renueva el diálogo directo y el compromiso con los I-lectores. Además, es un hermoso descubrimiento el acercamiento de autores e I-lectores de múltiples lenguas y culturas, creándose una comunidad virtual generadora de sus propios dinamismos y de inimaginables consecuencias a largo plazo. A esto se suma también que el trabajo conjunto entre las diferentes artes se ha democratizado, es decir, colaboraciones como las que tenían Cortázar o Diamela Eltit, por citar un par, son ahora algo de todos los días, precisamente porque las redes, la web y la infinidad de programas al alcance de los creadores nos permiten estimular diálogos más robustos y democráticos entre las artes y para el beneficio de los I-lectores: lectores, consumidores y usuarios.
Normalmente, la relación de la academia literaria con revistas de divulgación como la nuestra ha sido de orden jerárquico, de mucha lejanía y hasta de desdén. La Ciudad Letrada —como diría ese académico con visión, Don Ángel Rama— ha crecido y se ha desarrollado a espaldas del pueblo y del consumidor cultural. Es más, la cultura en las Américas fue impuesta jerárquicamente por una élite heteronormativa criolla que poseía el control absoluto del campo. Pero ya no más. Las nuevas tecnologías han permitido democratizar los espacios y eso es indudablemente positivo para iniciativas como la nuestra que tienen una línea y un concepto claro de gestión.
Nosotros somos nuestro propio Hub o centro. Un ejemplo de estos cambios profundos es que iniciativas culturales de amplia convocatoria como La Ninfa Eco puedan crear un museo poético (virtual por el momento), por mencionar uno de nuestros últimos proyectos. Solamente la expropiación del concepto museo a una élite que antes monopolizaba la cultura nos dice a las claras cómo nuestro grupo está en la línea correcta de la historia.
Florencia Saltamartini —Tuti— (diseñadora)
Mi primera colaboración con La Ninfa Eco fue con la realización del logo. Recuerdo haber transformado, a partir de las primeras reuniones de Zoom, nuestras charlas en imágenes. Fue un desafío grande, y al mismo tiempo, muy gratificante. Más tarde, comenzamos a armar las gráficas para darle unidad a la gran diversidad temática de la Ninfa. Por otro lado, participar de este proyecto me llevó a estar en contacto con artistas de distintas partes del mundo, y ese intercambio me abre perspectivas sobre el arte. Los encuentros virtuales que hemos tenido me inspiraron a seguir creando.
Malu Kruk (redactora y jefa de contenidos)
Conocí el proyecto de La Ninfa Eco mediante las redes sociales. Como lectora (espectadora) me sorprendía muchísimo el nivel de organización y la originalidad de las notas. Luego, también, noté los distintos proyectos y el compromiso con el que eran abordados.
Hoy, ya formando parte de este equipo, destaco el respeto y el afecto que manejamos entre nosotros. También la calidad y la creatividad del contenido. Se nota que hay un equipo sólido que ama lo que hace y cree en la gestión cultural en tiempos tan complejos como los que estamos atravesando en los que apostar a lo colectivo marca la diferencia.
Ezequiel Wolf (redactor y productor audiovisual)
La Ninfa Eco es un proyecto del cual me siento orgulloso y agradecido de ser parte. Lo conocí por la casualidad de (des)encadenamientos que vienen de navegar por internet. Buscaba algo y, en ese juego de bucear, llegué aquí. Desde entonces, supe que un día quería estar en el proyecto, había una voz naciente que me llamaba, una esencia que manaba de sus notas y me dejaba encantado, con la sensación de estar leyendo algo más que lo que las palabras parecían decir en una u otra publicación.
Un tiempo después me tocó ser parte de la presentación del libro de María Negro, El secreto de los insectos. De alguna manera en esa celebración ya era parte de La Ninfa Eco. Esa misma noche tuve la epifánica conmoción de que algo estaba sucediendo, ese anhelo casi secreto, al fin podría suceder. De ahí en adelante se convirtió en más que un deseo, una posibilidad real y concreta, porque La Ninfa te espera… Y La Ninfa me había esperado. Esa noche me abrió la puerta para venir a jugar acá, a este lugar en el que quería estar.
La Ninfa te espera desde que una idea cobra sentido, mucho antes de corporizarse en el sitio; late en el tejido vivo de los que la componen, y gana aún más significancia en los ojos de quienes la leen, desde el otro lado de las pantallas, porque esas notas no se terminan, sino que se abren.
A manera de cierre…
Como habrá visto el lector, esta historia no puede ser narrada de principio a fin porque apenas se está escribiendo. No importa el orden ya en que suceden los milagros; solo hace falta creer en ellos.
En La Ninfa se esfumaron las fronteras, se diluyeron los relojes en agua de mar y se comenzó a construir, como todo en el mundo y en el universo específico del arte, desde el principio, la semilla, la génesis.
Llegar a hoy ha sido cosecha del amor mancomunado, fruto del deleite que intentamos rescatar porque el arte solo puede ser concebido y recibido así, abierto, latente, sin prisas, sin rencores, inundados solo de los más excelsos sentimientos y las divinas pasiones.
Desbordados de alegría estamos hoy en La Ninfa Eco de saber que si estás leyendo esta historia escapada del titiritero es porque crees, como nosotros, que el arte, que estas líneas de libertad nos salvan. Y créanme, nuestras inquietudes son universales.
Gabriela Guerra (redactora de La Ninfa Eco)
12 de mayo 2021