El día 08 de marzo se efectuó el performance poético “Historia de mujeres-Poesía, música y danza” en el teatro Bolívar de la ciudad de Loja, Ecuador. En el desarrollo, un grupo de poetas, a través de un conjunto de poemas contaron al público lo que implica ser mujer y lo hicieron a través de escritos que reflejan el amor romántico, definición de su propia identidad, amor fraternal e historias familiares. Así mismo, clamaron los nombres de mujeres y niñas ecuatorianas que han muerto en manos del femicidio. A continuación, presentamos un poema de cada autora.
“SEÑORITA” Por Rocío Elizalde Robles
Diminuta la voz que me ahogó en silencio,
tu carcajada clara levantó una mirada -casi borrosa de ojos-
más bien cajita de cristal con tono seco,
endurecida por la comunicación virtual,
suficiente para hacer que esta voz propia calle,
mute en silencio por minutos prolongados,
como queriendo comprender, si soy yo el error,
si he muerto un poco detrás de tus ojos,
mensaje de chat que dice
tú no me importas.
Mujercita:
tu piel blanca dinamita mis pensamientos poco sanos.
tu piel, humo dorado en su propia contra,
calladita,
uso mi voz para desatar tus demonios casi insomnes,
quiero verte así,
acostadita a mi lado sin decir te quieros,
sin pronunciar nombres.
Te domino desde el silencio.
Lo sabes.
Te escribo dos palabras. Pide más si quieres salir.
Mujercita:
¿qué me dices de lo que no eres?
no te veo triunfos
ni logros
no trasciendes como las otras mujeres.
No te escucho rugir.
Señorita:
damita de buenos modales,
educadita
de buen gusto,
no te quedas así,
quietita por mí.
¿quién eres?
El atrapa luz que puse en tu muñeca no te deja salir siquiera ir a la puerta.
Señorita,
vendré a las 10:00.
Si te apuras vendrás conmigo.
¡Diminuta la voz que me ahogó en silencio!
¡Diminuto el pensamiento que quiere herirme!
no soy un atrapa sueños
no
no soy un puente o balcón
no
no soy esponja que absorbe el miedo
ese que se esconde en la misma voz que elevas
para decir
no
te
quiero,
no me esperes.
¿mujercita? ¿señorita?
¿y con eso qué?
¿lloro?
¿me encojo?
¡No!
¡No acepto tu mensaje!
me preguntas quién soy
Mientras estiro mi cuerpo
desenredo el confuso pensamiento.
La ira
tira de ti y
no
te
das cuenta.
Educadita, sí y menos mal sé distinguir
hasta dónde va la herida
hasta dónde el miedo adormece a una almita
que se esconde en su propio grito,
o más bien, será un ego.
Me callé la voz y prolongué en silencio
sigilosa noté si hay algo que salvar
Me salvo yo
de tu encuentro.
Mi voz propia no se vino abajo
En mi propio cuerpo,
casa escudo,
me estiro cual leopardo.
Me preparo,
tímida un poco,
tal vez, sí, a veces.
Cierro mensajes,
abro la puerta.
Dime ahora
¿quién llora entre gritos solitarios?
¿a quién le hace falta esta mujer fuego?
No necesito ser otras
Soy la materia que agita tu ilusión de poseerme
no me tienes,
y no lo notas.
Mientras escribes mensajes
mientas juegas en tus campeonatos de silencios
la mujer leopardo se levanta
sola
No ves aún
que antes de tu llegada
hablabas con su sombra.
“DESTINO”. Por Stephanie Guaño
Mi bisabuela trenzaba su cabello debajo de un limonero,
Hebra tras hebra, hilaba la infancia de mi abuela
Le decía: cuando yo era niña, mientras ajustaba la trenza,
me casaron como se cazan los venados
la sangre anunciaba a la presa,
y yo sangré a los trece años,
De mi herida naciste: temblorosa y frágil
Yo te bendije en un sueño profundo,
Y desperté reclamando una muñeca
Parto tras parto mi sangre se prolongaba
Las heridas no cierran, el llanto de los hijos no cesa
Mis senos se abrieron en flor
Y bebieron de mi leche y de mi sangre
Así creciste, crecieron todos llamándome madre
Y madre quiere sentir la tierra y terminar su trenza.
Mi abuela deseó ser soltera y abrió surcos para sembrar y regar la tierra
Conocía las semillas y las plagas;
Pero la roña blanca la halló un día en medio de los eucaliptos
No pudo defenderse,
Se limpió, milímetro a milímetro
Y cuarteó la piel de sus muslos de la pura rabia
Pero a mi abuela le pesaba la frente
Y También fue cazada,
parió cinco veces
y se dedicó a cerrar las puertas
Ushushi quédate en casa,
Ushushikuna, junto a su mama
Así abrazó a sus hijas,
mientras el fogón les abrigaba.
Mi abuela peinó la trenza de mi mama
Y ella corría a lavar en la quebrada.
Sangró a los 14 años
Después de que un hombre la besara,
Del miedo corrió, como no pudieron correr mis ancestras
No quebró el destino, solo lo desvío;
Mes a mes urdió el sueño de cargar hijas que no tuvieran penas.
Así nacimos, tres niñas de ceño fruncido
Porque la rabia puede más que la tristeza
Soy, somos el sueño de nuestras ancestras,
Somos eso que resiste a pesar de nuestras muertas
Somos la vida terca y convencida que se hace carne y se hace risa.
MAR DE NOVIEMBRE. Por Gabriela Cajilima
Quiero vivir cerca del mar o como antaño mis ancestras mencionaban el fluir del tiempo y el cálido viento que les dio nombre a mis tonos.
Las veo sentadas en las orillas, serenos rostros enmascarados con leves sonrisas.
Hoy les recé por mi alma, les hablé sobre todos mis miedos y no hallé más que algunas palabras sueltas. Quiero ver sus cabelleras blancas, quiero reunirme con ellas y tener el conocimiento que corre por mis venas, pero no están y al arrodillarme no terminan de estar.
Voy a desenmascarar que de mis pechos y mi útero no nacen flores y que aun con sus consejos sigue siendo todo un laberinto oscuro y yo sigo perdida y oscura, desvaneciéndome de sus pensamientos, de sus buenos deseos.
Las volveré a mencionar, veré una a una sus rostros y escucharé sus voces, no habrá más una niña en sus manos y eso no significará nada, seguirán sus rostros seremos y sus pies descalzos sobre la arena mojada.
Quiero vivir cerca del mar o como antaño mis ancestras caminaban por cada piedra y en cada gota renacían sus esperanzas.
Quiero vivir cerca del mar, porque mis mujeres ya no velan por mí.
EL VIEJO DEL BIGOTE. Por Dayeli Armijos
Traigo el odio atorado, quisiera dar patadas al aire, golpear su cara azul;
pero no puedo, el imbécil solitario del autobús me mira de nuevo.
Quiero masticar el humo de esta gran ciudad; pero el imbécil solitario me
ahoga con su mirada una vez más.
Desearía dar sorbos al café con el que pinto aquellos troncos añejos de los
árboles casi extintos; pero el imbécil que se ahogó vuelve a mirar de nuevo
mis piernas de cartón.
Quiero correr una mañana amarilla, sentarme a beber un jugo de mango
artificial; pero aquel imbécil del café rasga mis piernas de papel, moja con
su lluvia mi vientre de fruta y me acusan de ser imbécil, tan imbécil como
Él.
ESTA VEZ VOLVERÉ DESPACIO. Por Pamela Cuenca
-A mi hermana
Tener el don de la palabra y no poder decir lo siento. Caminar despacio no es lo mismo que juntar las manos y dormir esperando tener el mismo sueño. Contarte que el espacio es demasiado estrecho y que la luz me difumina cuando la ausencia de mi padre me ha dejado rota, nos ha dejado rotas. Quebrantar la moral y esperar que tu mirada juzgadora no me acribille tan profundo esta tarde en la que llueve para adentro. Acariciar el rostro de tus hijos diciéndome a mí misma que amar sería no matarlos. Que amar significa la culpa que llevo dentro.
Tener las estrellas más fugaces en las manos, y no poder abrirlas por miedo a que se escapen sin antes decirte que no hay cosa más triste que acostarme sabiendo que despertarás para no saludarme, para no despedirte. Para abrazar a tus hijos en círculo de protección y tan solo poder mirarte desde afuera. La lluvia es espesa y lo empaña todo, también el recuerdo de verte brillar con la convicción de que mañana estarás en un sitio inalcanzable. Amar es recostarme sobre tu regazo esperando que tus manos acaricien mi cabello, como cuando niñas, como cuando felices esperábamos no terminar como nuestros padres.
Hay un espacio grande, casi abismo, que me impide acercarme. También le tengo miedo a no alcanzar a juntar las piezas y desaparecer antes de haber logrado en ti una sonrisa. Soy un pétalo movido por las ventiscas del tiempo. Subrayo con el color más intenso las letras que no puedo escribirte. Se me escapan de las manos todas las flores que junté para ti, pero te regalo la calma. Un girasol en tu frente sabrá hacerte llegar mi beso. Mi corazón es un dedal que espera protegerte de la punta filosa de mis desaciertos.
“SOY”. De Fernanda Aguinsaca
Después del viento soy el ruido, el compás del delirio que se vuelve una bomba
de tiempo en la soledad.
Soy los colores del amanecer y las tristezas que se guardan en el ocaso.
Soy la flor a la que todos gustan, pero que en el temple quiebran sus hojas
para saborear su dolor.
Soy la luna en el insomnio de las noches.
Soy luz propia para encontrarme en la soledad.
Soy el agua que se escurre con misterio golpeando las piedras del camino.
Soy la espuma embota los artificios de aquellos que la juzgan; sin embargo,
nunca deja de adaptarse.
Soy la fiera que amenaza la memoria del pasado para no ser absorbida por
miedos y culpas pantanosas.
Soy el oasis de muchos que han llegado fatigados por el desierto, cada sombra
de descanso me ha recordado la oscuridad.
Soy las hiervas que se aferran a la vida, porque saben que en un sorbo de té la
sanación se completa.
Soy los espejos de las dimensiones a las que he huido, que enfrento ahora
porque ya no hay resurrección.
Soy la fuerza que arroja las olas a cada segundo, para lavar la arena de los
miles de pensamientos que me encuentran en mitad del camino.
Soy la mano de mi madre que sostiene la ausencia con firmeza para no
derribarse en el ayer.
Soy también la convicción de mi padre que aún no puedo definir.
Soy el puente de tres aves que reposan sobre mí todos los días antes de
emprender su vuelo.
Soy el mundo del ser sin habla de cuatro patas que, incondicionalmente en
silencio apaciguan el alma.
Soy los brazos de respuesta de un amor, que ha merecido la vida misma por
rescatar quien soy.
Sin conceptos ni definiciones, soy lo que soy.
NUDOS EN LA GARGANTA. Por Johanna Jiménez
Me quedé con nudos en la garganta,
equino de aeropuerto buscando el progreso de los suyos,
pretendiendo libertad
(nudos) con el alba tuve que tragarlos
voracidad de paz
basura fabricada
Ya soporté todos los golpes
la vida conmigo se ha divertido
nada hay de mí, de lo que una vez fui
Quiero conocer tantas camas,
hasta perderme en tu dimensión
esa que en que ves arcoíris
embriagado por el olvido
Ojalá la memoria no te castigue
no te hable de mí,
pues el día en que lo haga tu agonía empezará,
la lepra será tu cura y la muerte tu salvación
que tu viaje sea eterno
Antes se te echaba de menos,
hoy te echan porque te has convertido en menos
¿Qué ha hecho la ciudad de los rascacielos contigo?
mi castellana todo te lo dio.
MUJER. Por Andrea Ochoa
Cuerpito celestial, tus brazos la tierra que calienta los cuentos
Que leí cuando pequeña.
Alicia, la maravillosa, poder, equilibrio, misterio.
Alquimia, el mago de oz, sueños al viento.
Prisionera por mis propios monstruos.
Las torres más altas eran de plantas y gigantes
Donde los sueños anudaban mi garganta.
Mariposas color rosa aleteaban mi prisión
Mujer cervatillo, ojos dragón, princesa de tribus enteras.
Tu sonrisa no muere, es como un ángel perpetuo.
Brillas como amapolas de colores, desintegras el dolor que se pierde en la oscuridad de tus pechos sedientos de amor.
Tus llagas son dulzor.
Mujer, luz intermitente de luciérnaga.
Cuando sus ilusiones han muerto das paso a la noche para volver a nacer
Con alas púrpuras.
MUJER, DANZA, REBELDÍA Y LIBERTAD. Por Sandra Arteaga
Mujer de temple,
Mujer valiente,
Mujer siempre sonriente.
Así te veo yo
como la luna llena,
total plenilunio
que nos iluminas.
Tu rostro, clara mañana
tus ojos, dulces estrellas
tu voz, valiente melodía
y tu cuerpo, danza que inspira.
Así eres tú,
incendio y calma
rebeldía y templanza
lucha y esperanza.
“ADIÓS”. Por Verónica Capelo
Muñequita de cristal,
No te dejes marchitar,
Me decía,
Mientras con sus acciones, me afligían.
Dijo; no somos distintos.
Tampoco somos iguales.
La única diferencia son “instintos”,
Que nos han remarcado como rivales.
Besó mis manos marchitas,
Tocó mi alma pequeñita,
Sentí su aliento frío,
Y un adiós exhaustivo.
Alcé mi copa y brindé
Por las ilusiones acabadas
Por las mentiras encontradas
Por verdades señaladas
La niña de papá sola nuevamente iba a estar
Ojos llorosos de tanto penar
Dime ¿en verdad se encuentra la felicidad?
Te decía mientras intentaba no llorar.
Pétalo de rosa marchito,
Rocío seco corrió por las mejillas,
Un adiós pude pronunciar,
Aún recuerdo que felicidad eterna yo te quise dar.
UN FONEMA PÁJARO LIBERA LO HEREDADO CUANDO ABRO LA JAULA DE MI PECHO… Por Sara Montaño Escobar
/entonces amaneces en mi costado/después pides una naranja me acaricias la frente/
/y te vas conmigo: Olvido refugiado en el silencio de tu lengua/
/Y quisiera decir no me duele/he superado el mar de mi garganta/
/después de sucumbir al río de mis piernas/
Me sé incompleta y recurro al vacío genital para castigarme.
Quiero ser animal y alimentarme con mis huesos
sentirme satisfecha de lo que soy a la hora del banquete.
Ya no más cuerpo mutilado en la mirada /Ya no más navajas pequeñas
que quitan la grasa de mis piernas/
Quiero pertenecerme.
Gritar el silencio del que está lleno tu nombre
/Quiero alejarme de tu rostro
como una sombra liberada de su noche/
Quiero ser una paloma que hace del océano, su única utopía y morir mutilada en el
sueño.
Quiero fermentar este dolor y dejarlo dentro del frigorífico de los imposibles.
Soy tan pequeña para este dolor/
para este amor/
para esta vida/
/la belleza es un signo de violencia en mis pupilas/
/la belleza es una piedra que me lastima las ganas que tengo de bailar desnuda/
frente a la boca del deseo/en ese instante premonitorio/en el que sé que voy a perderte/
para encontrarme a mí misma.
/en todo lo que no eres/en todo lo que soy a pesar de ti/
Hablo de mí como si alguien definiera mis pasos.
Ese rito de unión en que dejamos de ser uno
para sentirnos incompletos.
Esa tristeza que nos ata de manos y llamamos sacrificio por el amor verdadero.