Cuando el cielo se da vuelta…toda imagen puede transmutar.
Por CAROLINA MASSOLA

Cielo al revés (Metafísica de la imagen de “Teresa” soñando el Sur) de Claudio Archubi, segundo premio de Letras 2019 por el Fondo Nacional de las Artes y publicado en la flamante editorial de poesía latinoamericana La Primera Vértebra.
Entrar en un nuevo libro de Claudio Archubi es ingresar nuevamente en una máquina perfecta e inagotable. Es bajar hacia las profundidades, donde todos nuestros sentidos y lecturas previas serán interpelados. Entramos en una ciudad y dicha entrada, junto con el epígrafe inicial, nos reenvía velozmente a la Divina Comedia, sin dejar de subrayar que el libro está formado por treinta y cuatro cantos, también en diálogo con el infierno, así como las notas al pie que conversan con la estructura formal usada por Dante Alighieri para explicar los castigos.
Todas las categorías que conocemos sufrirán una modificación desde el momento cero en el que cruzamos este umbral. Pues, ya desde el título, el autor nos señala la presencia de un cielo invertido, pero también nos lo aclara la primera nota al pie Toda imagen puede transmutar: Beatriz o Virgilio cuando el cielo se da vuelta.

Estoy creando la imagen de Teresa. De este modo se abre el libro, con una voz poética que a lo largo de las prosas nos permitirá atestiguar el acto propio de creación del poeta. Quien se enuncia como creador de la imagen de Teresa y nos advierte que desde el momento en que su creación se mueve él también lo hace Estoy creando la imagen de Teresa. Comienza a moverse y yo con ella. Pero, ¿quién crea a quién?, podríamos preguntarnos para disparar una primera e indispensable clave de lectura del libro. La respuesta nos la ofrece el mismo Archubi en el programa de radio Moebius[1], donde nos revela que cuando recorremos el camino de creación de la imagen de Teresa estamos reflexionando acerca de la creación poética, ya que la obra nace al mismo tiempo y con ello el propio autor se está creando.
Los movimientos de lectura, es decir, los sentidos son siempre múltiples. Si bien sabemos que estamos entrando y soñando el Sur, el tango “Vuelvo al Sur”, elemento central de estas latitudes, está presente desde el título y a lo largo del recorrido, lo que nos sitúa en el escenario del libro: la ciudad de Buenos Aires. Algo de esto flota en el verso recién citado, el movimiento que podría pensarse también como el que realizan dos bailarines de tango: Comienza a moverse y yo con ella.
El plano onírico en el que nos adentramos con cada “sueño el Sur” que inaugura muchas páginas, organiza y sostiene a su vez la inversión de cada categoría: el cielo está al revés, Avanzamos con el futuro a nuestra espalda en diálogo con la nota al pie Todo pronóstico desemboca en el pasado. Esto se observa con mayor precisión desde el momento en el que se ingresa en el Sur. Para el lector que alguna vez caminó, visitó y conoció algo de la ciudad de Buenos Aires, habrá momentos de hallazgos, mientras es notable que todas las referencias espaciales que encontramos a lo largo del texto se vacían. Sensación que refuerza la modificación, transformación de conceptos, sistemas, nociones, referencias. Por eso, las palabras nos equivocan, nos desvían, los significantes parecen estar vacíos y se resignifican aquí, en un espacio entre lo onírico y lo imposible: Sobre nosotros bajo el sol del tiempo. / Sobre nosotros pasan los barcos, se deshace la sombra de los aviones, y ondula una botella vacía, sin mensaje adentro.
Este plano tan potente va hilando otros planos donde los tiempos, como en los sueños, se confunden. De este modo irrumpe la infancia, la memoria de la madre, del padre, el niño y una Realidad con mayúsculas a la que se hace imprescindible evitar, Observé las plumas contemplé el cielo de afuera: no me toques Realidad no me toques. Pero la paloma volvía. Escaparse de la Realidad mientras la voz poética sueña los corredores por los que nos lleva permite pensar en otra lectura de lo onírico, más precisamente en una conferencia que Sigmund Freud expuso en diciembre de 1907, “El poeta y los sueños diurnos”, allí el padre del psicoanálisis comienza preguntando si no deberíamos buscar ya en el niño las primeras huellas del quehacer poético y luego como respuesta afirma que lo opuesto al juego no es la seriedad, sino … la realidad efectiva. La voz poética de Cielo al revés parece dar cuenta de esto, sabe que para preservar lo poético hay que eludir la realidad.
La presencia y repetición de algunos elementos permiten también reproducir e insistir en la sensación de alteración del orden en la que nos movemos, en particular las palabras “imagen” y “espejo” re-producen ese efecto de inversión aun si no está mencionado explícitamente.
Asistimos al deterioro de la ciudad de Buenos Aires, en una guía hacia las profundidades y miserias porteñas. Podríamos incluso sentir los vapores infernales de azufre que emanan desde esta ciudad. Algunos pecados capitales parecerían desfilar bajo nuestros ojos representados en el espíritu o la historia de diferentes barrios y personajes porteños: desde La Boca, San Telmo, Constitución, Retiro, Once, Liniers, Parque de la Memoria, Recoleta, Av. Del Libertador, Planetario, Congreso hasta Palermo. Una fotografía del presente.
El Sur, donde se lee a su vez el destino de Latinoamérica, idea que se refuerza en cada repetición del significante “sur”. El lugar que hace a su vez de Purgatorio y cuyo escenario reconocible y nombrado es la ciudad de Buenos Aires parece obrar en tanto espacio de confusión que juega con lo onírico y devela las sombras, los escombros, las ruinas de un imperio que nunca fue, lo siniestro, lo corrompido, la putrefacción de una ciudad y sus personajes. Visión que nos remite al cuadro de Klee que tanto obsesionó a Benjamin y que es mencionado. El ángel de la historia ante la imagen de una única catástrofe, ruina tras ruina, sin poder detenerse es empujado hacia el futuro al que le da las espaldas, también en diálogo con la voz poética citada más arriba Avanzamos con el futuro a nuestra espalda
Ciudad y hemisferio que representan un destino latinoamericano herido de gravedad, como bien lo subraya Teresa Estoy rota, como el Sur o más adelante ¿Y si el Sur se lo lleva todo una vez más?
¿Es el Sur algo, un espacio que todo lo devora, lo pervierte, lo destruye o transforma? ¿Cómo no leer la historia herida de Latinoamérica? ¿Cómo no pensar aquí en Las Metamorfosis de Ovidio y aquellos castigos que se llevaban a cabo a través de metamorfosis? El texto podría permitirnos aseverarlo: Mi cuerpo se ha vuelto irreconocible, como el Sur y en diálogo la nota al pie: Las transformaciones son abundantes en el infierno.
El Sur nacido de una herida, de un cuerpo enfermo, de algo enfermo: Mi cuerpo está enfermo. Mirá. / Por su herida crece el Sur. Y también:
Doy forma a su memoria y dice:
Estoy enferma.
Es mi historia la historia del Sur.
No resulta para nada inocente entonces el título y el trabajo perfecto de relojería que realiza Claudio Archubi en este libro, ya que se trata nada menos que de dar cuenta de un espacio de confusión, desorden: caos para luego deshilachar todos los hilos que de allí se desprenden. Tomando sólo una imagen para destacar, pues el libro abunda en ellas, es sabido que la representación cartográfica con la que hemos aprendido a categorizar los espacios, los puntos cardinales, nuestros países, sus tamaños y fronteras en un planisferio no es más que eso: una representación. Este punto cardinal que nos define y que atraviesa el libro, Sur, desde el punto de vista cartográfico de un planisferio está abajo como así desde el punto de vista del Norte, el Sur está al revés. Es decir, invertido. ¿Acaso ese estar abajo sea un destino o una representación equivocada que sin embargo no deja de dañar tanto lo real como lo onírico?
Cielo al revés de Claudio Archubi permite recorrer estos caminos dolorosos de Latinoamérica, atestiguar su destino herido, enfermo, sin dejar de omitir la presencia del amor, una metafísica de la imagen de la amada, una creación constante y amorosa que permanece.
[1] Conducido por Gerardo Curiá y Lidia Rocha, [en línea]
Selección de fragmentos:

Estoy creando la imagen de Teresa. Bajo las vendas brilla el sol.
Abre los ojos y dice:
Estás creándome.
Mi cuerpo es tu mapa.
Pero es mi historia la historia del Sur.
Estoy creando su nueva memoria: es negra como su piel. Tiene fiebre de Sur-adentro y dice:
Hacer poesía es agrandar tanto la infancia que hasta la muerte pueda entrar ahí.
Y escuché a la loca incansable sentada detrás de mí como una Furia*durante todo el viaje en micro: Hijo de puta —susurraba triturando la nada en sus entrañas —hijo de puta —como si a través de ella la ciudad escupiera su sangre —hijo de puta —y el último escalón roto podrido peligroso multiplicado por la ciudad hasta el cansancio se abría en mi oído para saciarla. —Hijo de puta —y era como si cada uno de nosotros tuviera a su loco delirante en el asiento de atrás —hijo de puta — y era como si todos los castigos pudieran reducirse a esta repetida frase que invocaba todas las culpas. —Hi-jo-de-pu-ta —remarcaba encarnando cada vez más cerca de mi oído la voz de la ciudad porque la ciudad había entrado en ella sin compasión y en mí, porque para ella también yo encarnaba en ese momento la ciudad mientras el micro avanzaba sin detenerse durante ese viaje que duró como se suele decir toda una vida.
*No hay sólo tres Furias: Nadie es la ciudad, pero todos lo somos, dice Teresa.
Estoy creando su imagen, al fin la estoy creando: bella y arrancada de los jardines humanos. Reina del dolor.
Mirándome ella dice.
Yo soy tu culpa.
El tiempo retrocedía por las esquinas del barrio de San Telmo. Éramos los personajes desorientados de un viejo film nacional buscando en la guía T el mejor camino para llegar al centro. Tan cerca tan lejos antiguas alegorías bastones viejas brújulas en desuso. Esta es la calle donde el aceite hirviendo, dicen, era agua hirviendo, pero quemaba igual. Había una paloma blanca pero no volaba: la libertad del Sur. Soñé las sombras de las hojas de un periódico aleteando contra el paredón. Quedaba al descubierto un hombre dormido, multiplicando los hechos, soñando el Sur.
Me está mirando la imagen de Teresa de pie en la ciudad.
Apretándome el brazo ella dice:
Mi cuerpo se ha vuelto irreconocible, como el Sur*.
¿Todavía te gusto?
* Las transformaciones son abundantes en el infierno.
En la realidad son inevitables: el tiempo es su guardián.
Claudio Archubi (Argentina, 1971). Doctor en Física. Trabaja en el IAFE (Instituto de Astronomía y Física del Espacio) y es docente de la Universidad de Buenos Aires. Colabora con revistas literarias del país y del exterior. Ha participado en varios festivales internacionales de poesía en el país y en el exterior. Mención única de honor en el concurso de poesía de la editorial Ruinas Circulares (2012) y menciones en cuento y poesía (2014). Su libro Cielo al revés (Metafísica de la imagen de “Teresa” soñando el Sur) ha recibido el segundo premio del concurso de poesía del Fondo Nacional de las Artes 2019 (Argentina). Su libro La casa sin sombra ha sido seleccionado, traducido al inglés y publicado en la antología bilingüe: África vs Latinoamérica. Escritura experimental. (Langaa RPCIG, Camerún, 2017). Publicó “La forma del agua” (cuentos, ed. de la Universidad de La Plata, 2010), “Siete maneras de decir tristeza” (poemas en prosa, Lima, 2011), “Sísifo en el Norte” (poemas en prosa, ed. Ruinas Circulares, Buenos Aires, 2012), “La casa sin sombra” (poema en prosa, Buenos Aires, 2014), “La ciudad vacía” (ed. Trópico Sur, Uruguay, 2015), “La Máquina de las alegorías” (poemas en prosa, ed. Buenos Aires Poetry, Buenos Aires, 2016) Y “Arca rota jardín de nadie” (Valparaíso Ediciones, España, 2018). Cielo al revés (Metafísica de la imagen de “Teresa” soñando el Sur) (La primera vértebra ediciones, Buenos Aires, 2020). “Del caos a la intensidad: vigencia del poema en prosa en Sudamérica (ed. Hijos de la lluvia, Buenos Aires-Juliaca, 2017).